Crónicas marcianas de Bradbury

Introducción

El libro que le dio fama a Bradbury es una colección de cuentos de ciencia ficción cuyo tema no es la tecnología del futuro, ni las aventuras de los exploradores terrestres en el vasto universo, sino, en primer lugar, el choque de civilizaciones; y en segundo lugar, la posibilidad de un apocalíptico destino para la civilización humana. Es pues un libro de reflexión social cuyas situaciones no son distintas de las que usualmente encontramos en la historia. Sus personajes pueden clasificarse en pocos grupos: los mezquinos y prejuiciosos humanos interesados sólo en los negocios y temerosos de todo lo que es distinto de ellos; el grupo de la esperanza, de los humanos que muestran grandeza de espíritu o simplemente vergüenza por los actos de sus congéneres; finalmente, los marcianos, confiados en la superioridad de su civilización y, como los terrestres, aunque de distinto modo, violentos.

La primera expedición

Las crónicas se inician con el relato del despegue del cohete de la primera expedición que va a Marte. La acción del siguiente relato, Ylla, está ubicada en el planeta rojo. Ylla plantea un enigma al lector: las mujeres marcianas, de la noche a la mañana, empiezan a soñar con los terrestres, a cantar canciones del tercer planeta y a anhelar ir al lugar donde, se deduce de la lectura, los terrestres iban a aterrizar. ¿Cómo es que pueden soñar con un pueblo que desconocen? El cuento no da solución al problema, pero vemos a los preocupados varones marcianos arreglándoselas para alejar a sus mujeres y matar a los recién llegados. El primer contacto es pues violento y enigmático. El misterio de los hechos anormales sólo podrá ser explicado gracias a uno de los cuentos siguientes, Los hombres de la tierra.

La segunda expedición

Los hombres de la tierra es la historia de la segunda expedición, trágicamente terminada. El universo acá es completamente extraño pues los terrícolas son recibidos con cortesía y en perfecto inglés por marcianos que no están sorprendidos por tan insólitos visitantes. La condescendencia con que se les trata les hace sospechar que algo extraño ocurre, pero no es sino hasta que se dan cuenta de que han sido encerrados en un manicomio que la realidad irrumpe en sus mentes: los marcianos son telépatas y tienen la facultad de crear apariencias de objetos con la mente. Lógicamente, dado que leen las mentes, las alucinaciones de uno son vistas por los otros, así que los marcianos pensaron que los terrestres eran marcianos que, enloquecidos, creían ser terrestres. El cuento termina cuando el psiquiatra, al intentar curar a su “paciente”, decide disparar a las “alucinaciones” con una pistola. Lo hace y, al darse cuenta de que los cadáveres seguían existiendo, se suicida pensando que se había contagiado la locura.

Borges y la tercera expedición

La tercera expedición es el relato elogiado por Borges en el prólogo de la edición castellana de las Crónicas. Los marcianos, conscientes de la llegada de los terrestres, leyeron sus mentes y produjeron una alucinación con forma de pueblo terrestre. Al llegar, los astronautas se sorprendieron, pero poco a poco se descuidaron pues encontraron a sus “seres queridos”. Uno se encontró con su esposa muerta, otro con sus padres, etc. Bajaron pues la guardia y, por la noche, mientras dormían en el pueblo, perecieron a manos de los proteicos marcianos.

Aunque, a diferencia del cuento neofantástico borgeano, este relato no busca poner en crisis la noción de realidad del lector, si tiene, en cambio, tres características que son propias de los relatos neofantásticos: por un lado, ocurre un hecho anormal, la presencia de un típico pueblo norteamericano en Marte; por otro, los personajes aceptan lo anormal como cotidiano; finalmente, el lector debe postular la telepatía y la materialización de la alucinación para dar sentido a la historia.

Tal vez por este parentesco con su propia obra es que Borges seleccionó y elogió este cuento. Por otro lado, a diferencia de Borges, el norteamericano plantea enigmas en unos cuentos y las soluciones en otros pues los cuentos de su libro se construyen alrededor de un mismo argumento general, la colonización de Marte; mientras que los del argentino son autosuficientes en tanto cada uno de ellos plantea un enigma y proporciona las pistas para su solución. Las Crónicas son pues un punto intermedio entre el cuento y la novela.

Mitos en Las crónicas

Las Crónicas se basan en mitos norteamericanos tradicionales, como el de la tierra prometida, el apocalipsis o el nuevo comienzo.

Los peregrinos

Los colonos en la ficción futurista, como los Padres Peregrinos de la iconografía norteamericana, huyen de una sociedad totalitaria. En la sociedad totalitaria de las Crónicas las actividades creativas han sido prohibidas y la guerra nuclear está a la vuelta de la esquina. Marte es, pues, la posibilidad de un nuevo comienzo. Pero como ocurrió en América, los colonos exterminan a los nativos con las armas o con enfermedades y sin ideales religiosos. Es significativo que, en Aunque siga brillando la luna, el único defensor activo de los desaparecidos marcianos sea Spender, el arqueologo. Del resto de personajes, sólo un indio cheroqui simpatiza con los marcianos.

Estos peregrinos están manchados por el pecado de la avaricia y la incapacidad de comprender lo distinto. Están pues destinados a desaparecer. En Fuera de temporada, Sam Parkhill construyó el único puesto de salchichas en Marte, pero no pudo vender nada pues, antes de la llegada masiva de cohetes, estalló la guerra nuclear en la tierra. Irónicamente, los pocos marcianos que quedaban le regalaron un título de propiedad sobre la mitad del planeta, título absolutamente inútil dadas las circunstancias.

El apocalipsis

La guerra en la tierra le da un giro al mito de la tierra prometida pues Marte ya no es la “tierra prometida” del Exodo, sino una variante del “nuevo cielo y la nueva tierra” del Apocalipsis; es decir, el lugar de los escogidos en el día del Juicio. El tono es adecuadamente percibido en tres cuentos: en Usher II, el personaje, un lector frustrado por la prohibición de los libros de imaginación, reconstruye la apocalíptica Casa de los Usher del cuento de Poe, y asesina a los representantes del stablishment en una fiesta planeada con ese objetivo. En el arriba citado Fuera de temporada, se juzga al codicioso y vulgar Sam Parkhill. Pero el más importante de los tres es El picnic de un millón de años.

Este relato muestra a una familia de americanos que escapa clandestinamente de una Tierra contaminada por la radiación y al borde del colapso. En el planeta Marte, abandonado por los colonos que regresaron a la Tierra para ir a la guerra, los niños le preguntan al padre cuanto tiempo iba a durar el picnic, él responde “un millón de años”. Los niños son pues la esperanza, los justos que han sido salvados y que dan una nueva oportunidad a la raza humana.

El nuevo comienzo.

Las crónicas son relatos del fin de la civilización marciana y de la humana, pero como en la Biblia, el apocalipsis no es destrucción, sino nuevo comienzo. Los pocos marcianos y humanos que escapan de los cataclismos son las semillas de un mundo que recomienza, esta vez en Marte. La novela apocalíptica Fahrenheit 451 también deja lugar a la esperanza: el bombero, arrepentido de su trabajo de quemar libros, abandona esa “civilización” castradora y anti-imaginativa y se une a un reducido grupo de subversivos dedicados a memorizar obras literarias y filosóficas para el momento en que la humanidad deje el camino de la represión y la censura. La esperanza es el signo de Bradbury.

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