Política educativa y enseñanza del lenguaje

Introducción :

Siempre que se escribe se escribe para algo: una carta para alguna amistad, un informe académico, un cuento, un curriculum vitae, una nota periodística, una crónica deportiva, un ensayo sobre La educación y la cultura de masas, un poema de amor o una novela negra. El autor dispone la información y los argumentos de manera que el lector sea persuadido pues aquél busca un fin ajeno al texto mismo. La consecuencia es que el texto se estructura sobre dos ejes: la lógica de la argumentación y la retórica de la persuasión. Y, como en el ajedrez o el voley, escribir se convierte también en un juego de estrategias cuya finalidad está en el lector, en su conducta, sus emociones y sus creencias. Estrategia e inteligencia son entonces copartícipes en la creación del texto, sin importar si nos referimos a La historia de Mayta de Vargas Llosa, Los cantos de Maldoror de Lautremont, La textura de la superficie nuclear de Zafiratos o la partida de nacimiento de Juan Pérez.

Si usted ha aceptado este punto de vista no podrá negar que la lectura es también una serie de actos de estrategia e inteligencia. Leer se hace, pues, en el reconocimiento de las estructuras lógicas y retóricas de la argumentación, en el goce de la ilógica razonada de la poesía, en la comparación de nuestra noción de realidad con la del mundo posible de tal novela o de tal teoría de la física, o en la autoevaluación de la capacidad para leer ese texto.

El texto :

El texto es simplemente un mapa que encauza el movimiento de la mente. Sin un sujeto que elija, discrimine y se emocione, el texto no es sino vacío, nada. Mientras más breves son los textos pedagógicos, menos estímulos tiene la mente para desplazarse y, por el contrario, su capacidad se reduce poco a poco al dato puntual, al aquí y ahora o a la mera solución de acertijos. De esa forma se atenta contra el desarrollo de la potencialidad más productiva de la mente: el proyectarse a un allá en otro tiempo. Cuando uno juega con las lecturas posibles de un texto puede encontrarse con sorpresas placenteras: por ejemplo, los verbos escogidos para enseñar las conjugaciones a los chicos suelen ser "amar", "temer" y "partir"… ¡Vaya psicoanálisis debió necesitar quien los escogió! Propongo usar otros, quizás "hablar", "beber" y "vivir", o tal vez "patear", "correr" y "reír"… En fin, estos juegos no deben hacernos perder de vista que todo texto es una suerte de artilugio que necesita de un lector para generar significaciones y que no todas son aceptables, como lo prueba el que a nadie se le ocurra decir que Los heraldos negros es un libro sobre fútbol.

Si tratamos de imaginar la manera como se configura la totalidad de los mensajes que circulan en una sociedad en un momento dado, llegaremos a la conclusión que estos conforman algo semejante a una red. En esta red, las palabras de un libro sólo son entendibles en virtud de las relaciones con las palabras de otros libros y de otras personas, de las imágenes de la TV, los paneles publicitarios, documentos legales, notas de clase, chistes, insultos, discursos de bienvenida, brindis en el puerto o en la casa. Las palabras - los signos en general - sólo pueden ser entendidas mediante otros signos.

El ensayo :

De qué manera se puede lograr que el estudiante fije su atención en las palabras del texto y en sus vínculos con el mundo de afuera cuando lo normal es que perciban al libro como el mundo de afuera; aún más, si no hay afuera accesible sin lenguaje? El primer problema a superar es la fragmentaria ligereza de los textos escolares: leamos libros completos, novelas, poemarios, cuentos o crítica literaria, libros de física, de historia, de lingüística o de electrónica. Esto implica que el profesor debe dejar - en la medida que su curso lo permita - de bombardear con datos al alumno escolar o universitario y, en cambio, debe razonar con ellos a partir de la lectura misma. Así, el profesor asume el rol de guía no en el mundo del "qué" sino del "cómo" y del "porqué".

Si el problema básico es la poca capacidad de lectura, pues leamos. En la clase y en la casa. Leamos. Entre los distintos tipos de escritos el ensayo tiene la ventaja de ser la forma más adecuada a esta era de la información: los especialistas en todas las áreas publican ensayos - no libros - por la brevedad y naturaleza argumentativa. Cuando los especialistas editan libros éstos suelen ser compilaciones de artículos (ensayos) o series de ensayos (artículos) adaptados a la estructura por capítulos del libro. Cada vez son menos las grandes teorías y los libros en dos volúmenes, y el ensayo es, hoy por hoy, la feliz fórmula de transacción.

Nadie debe salir del colegio sin poder leer ensayos argumentativos, y todos deben ser capaces de escribirlos. Pero un ensayo de dos o quince páginas, no un solitario y contrahecho párrafo. Hay muchos ensayos inteligibles que sólo esperan ser desempolvados y hay muchos pensadores que sólo esperan que se abra el mercado para animarse a publicar y seguir escribiendo, y así poder vivir decentemente de los derechos de autor o de la venta de su trabajo intelectual.

Actualmente el éxito de una institución educativa se suele medir por la cantidad de egresados que logran cupo en las universidades. Si éstas exigieran a los postulantes la escritura de un ensayo, el efecto en el sistema educativo seria como una cascada. Colegios y academias de preparación tendrían que rediseñar sus cursos en función de los nuevos requerimientos del proceso de admisión. Basta con que una lo haga para alterar el sistema. Y si el cambio es acompañado por la acción decidida del Ministerio de Educación, mejor. Gracias a un problema similar, algunas universidades norteamericanas exigen que los postulantes escriban un ensayo como parte del proceso de admisión. Sabemos que sería una labor imposible el evaluar todos los ensayos de todos los que postulan en un año, pero no es inconcebible que el proceso de admisión sea modificado para que conste de dos exámenes: así, el examen tradicional de múltiples alternativas eliminaría al grueso de postulantes; mientras que el segundo, consistente en la elaboración de un ensayo relativo a la especialidad que desea el estudiante, decidiría entre los restantes.

Enseñar a escribir ensayos, sin embargo, es laborioso e implica cierta inversión para, por ejemplo, la elaboración de materiales de enseñanza distintos, el reconocimiento del trabajo que los profesores del área hacen fuera del horario normalmente remunerado, etc. Se podría empezar por exigir una redacción correcta en todos los escritos de todos los cursos, no sólo en los de lenguaje y literatura. Además, se debe suprimir el uso de ítems, diagramas, dibujos y cuadros sinópticos que sustituyen malamente al manejo de las palabras. Por otra parte, la importancia que le damos al razonamiento nos obliga a exigir la exposición de la argumentación, no sólo de las conclusiones. Esto implica que el estudiante debe ser capaz de reconocer y utilizar la lógica para estructurar su pensamiento y la retórica para presentarlo convincentemente. Debe saber plantear y desarrollar ideas alternativas, introducir al lector al problema, desarrollar la argumentación y formular conclusiones que efectivamente se desprendan de las premisas. Finalmente, el alumno debe saber manejar ejemplos en la medida que su examen sirve para verificar proposiciones (razonamiento inductivo) o para generarlas (razonamiento abductivo) (1).

El presupuesto de la mejora de la redacción es la revisión y la autocorrección de lo escrito: el alumno corregirá las fallas de su texto guiado por el consejo del profesor que haya revisado la redacción. Los textos deberán ser relativamente extensos y su primera versión será considerada un borrador, un compendio de ideas más o menos deshilvanadas alrededor de un tema o problema. El siguiente paso consistirá en organizar el texto anterior en párrafos agrupando proposiciones y razonamientos en función de los temas. Entonces se reescribirá el texto suprimiendo lo accesorio y desarrollando lo interesante. El resultado será revisado todavía pues el siguiente problema será la organización interna de los párrafos. Se pedirá aquí al alumno que distinga las ideas formulando oraciones distintas y separándolas por medio de la puntuación; por supuesto las oraciones serán breves y, de ser necesario, habrá que completarlas (2). El trabajo entonces estará casi listo.

La coherencia de la expresión del razonamiento se puede lograr en este punto mediante conectores del tipo "luego", "por lo tanto", "si… entonces", cuando… entonces", "de lo anterior se desprende", "por el contrario", "además", "por otra parte", "y", "o", "o… o", "pero", "sino", "ni… ni", "aunque", "en conclusión etc. Como último paso, una vez colocados los conectores, se recurrirá a la normativa tradicional para corregir acentuación y ortografía.

Para terminar :

Para que el esquema propuesto en este ensayo funcione el alumno debe ser consciente de las fallas, sus orígenes y repercusiones y, por tanto, se debe argumentar con él. Si se hace de esta manera, el profesor paciente y bien dispuesto logrará que el alumno examine con paciencia y buen humor el lenguaje que éste usa.

Todo el sistema descansa en que el alumno trabaje las bases de la argumentación; es decir, en primer lugar, la lectura y la escritura; luego, para la coherencia de la oración, el uso de conectores y el manejo intuitivo de la sintaxis y la puntuación; por último, para la coherencia del texto en su conjunto, el planteamiento de hipótesis, tesis, demostraciones, y conclusiones.

Por otra parte, el razonamiento ha de tener un sustento empírico pues debe adecuarse a la realidad. Los ejemplos permiten esta aproximación al mundo en la medida que, al ser explicados, obligan a reflexionar y elaborar hipótesis (abducción) o bien permiten verificar o desechar hipótesis (inducción). Usar ejemplos y contraejemplos es una de las técnicas más difundidas de la argumentación contemporánea.

Finalmente, si los estudiantes son avanzados - por ejemplo universitarios -, entonces se les puede iniciar en los distintos tipos de argumentación : la descripción y la explicación, el razonamiento analógico, la demostración por el absurdo, el razonamiento inductivo, el razonamiento deductivo, la elaboración, desarrollo, concilio y discriminación de alternativas, etc.
Por Alfredo Elejalde F.
Lima (en proceso desde octubre de 1996).
(mod. 17-07-2003)

Notas

Nota 1 :
Seguimos aquí las ideas de Charles Sanders Peirce : la abducción es la conjetura, la deducción es la derivación lógica de proposiciones a partir de la conjetura inicial y la inducción es la verificación del cuerpo de proposiciones deducidas.

Nota 2 :
De acuerdo al mayor o menor dominio en la elaboración de oraciones escritas se puede exigir grados distintos de dificultad (oraciones simples o compuestas. subordinación. etc.) Los alumnos suelen omitir los sujetos de las oraciones, por ejemplo.

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